lunes, 21 de enero de 2019

La hiperinflación alemana

Imagen original aquí
El Tratado de Versalles de 1919 al finalizar la Primera Guerra Mundial, no solucionó los problemas económicos europeos, sino que los agravó. Cada país buscó sus intereses en el tratado, pero la inflexibilidad de EE. UU. con las deudas de sus aliados generadas por la guerra, derivaron en que, para compensarlas, éstos exigiesen numerosas indemnizaciones, tanto monetarias como territoriales o en especie, a Alemania. El nuevo e inestable gobierno de la República de Weimar no podía hacer frente a aquellos pagos tras la guerra y la situación se volvió muy tensa en 1923 cuando los aliados ocuparon el Rhur, la principal fuente de ingresos alemana ya que esta no cumplía los pagos, hundiéndola definitivamente.

Imagen original aquí
Así, Alemania debido a la imposibilidad de pagar la deuda por otros medios se recurrió a emitir moneda, lo cual generó una situación continuada de subida de precios que se conoció como la Hiperinflación. Ese aumento exigía un aumento de los salarios que incrementaba los costes de las empresas generando un nuevo aumento de precios. También disminuía el ahorro aumentando la demanda monetaria, encareciendo los precios aun más y disminuía los ingresos públicos por lo que no se solucionaba el déficit. En términos internacionales, la balanza de pagos también era deficitaria, lo cual depreció la moneda con tres consecuencias: el precio de las importaciones aumentó lo que contribuyó a la hiperinflación, aumentó la demanda de productos alemanes en el extranjero, pero ello sólo consiguió encarecerlos para los propios ciudadanos, y por último provocó una exportación de capitales que contribuyó al déficit de la balanza de pagos.

Debido a la desastrosa situación a la que llegó el país, se intentó llegar a un acuerdo internacional. La moneda se sustituyó por otro marco nuevo con mayor valor, se acordaron nuevas indemnizaciones y Alemania entró en el nuevo sistema de patrón oro. En 1924 se lanzó el Plan Dawes que consistió en un préstamo internacional que introdujo capital en el país alemán para reconstruir su economía. El problemaderivó en que ésta debía mantener los tipos de interés altos para atraer a inversores privados, pero a partir de 1928 a los estadounidenses les pareció menos rentable por el alza de las acciones de Wall Street, lo cual provocó una recesión previa al crack de 1929.

¿Por qué la revolución industrial surgió en Gran Bretaña y no en China?

Varios fueron los motivos por los que Gran Bretaña se convirtió en el epicentro de la Revolución Industrial:

Imagen original aquí
Gran Bretaña poseía mucho capital para invertir, una red de comunicaciones más rápida, una mentalidad más práctica y emprendedora y una red internacional que proveía materias primas, pero esencialmente llevó a cabo las economías abiertas, mientras que China se dedicaba a producir otros bienes.

A partir de 1875, se empezó a considerar que la Revolución Industrial había llegado. Fue entonces cuando el PIB per cápita de China comenzó a estancarse en la era Ming, siendo el británico más alto. Las grandes divergencias comenzaron a marcarse.

En China, su crecimiento se paró debido a que en 1520 su tasa de ahorro fue negativa, habiendo profundas crisis y, además, la falta de incentivos por la entrada masiva de plata hizo que no se innovara. Por tanto, mientras Inglaterra apostó por el comercio y la colonización, en China y Japón apostaron por la intensificación del cultivo de arroz frente al comercio exterior. Al aumentar la poblaciónlas rentas disminuyeron, al igual que la nutrición y la productividad. Además, los ingleses tenían una gran riqueza minera, especialmente de carbón y hierro, que hizo impulsar y encaminar la Revolución Industrial en la isla.

domingo, 20 de enero de 2019

AUSTRALIA

Actualmente, uno de los países con el PIB per cápita más alto en el mundo es Australia. Australia es un país soberano de Oceanía, cuya forma de gobierno es la monarquía constitucional federal parlamentariaPosee, además, un coste de la vida relativamente bajo.

Imagen original aquí


Australia posee una próspera economía de mercado, con una renta per cápita superior a la de importantes potencias mundiales como son Francia, EE. UU., Alemania o Reino Unido, en términos de poder adquisitivo. La nación se encuentra en el segundo lugar en el Índice de Desarrollo Humano llevado a cabo en 2015 por las Naciones Unidas, después de Noruega. En los últimos años, la economía australiana ha resistido el bajón económico mundial, lo cual se hace visible en el crecimiento de su economía y en el mantenimiento de los negocios y el consumo.

Imagen original aquí

La economía australiana no ha sufrido ninguna disminución de su economía desde comienzos de la década de 1990 y fue la única economía avanzada que no experimentó una recesión debido a crisis mundial de 2008. Para mayo de 2012, el desempleo era del 5,1 %. El sector terciario de la economía, incluyendo turismo, educación y servicios financieros, comprende el 69 % del PIB. La agricultura y la explotación de los recursos naturales comprenden el 3 % y el 5 % del PIB respectivamente, pero contribuyen de forma importante en las exportaciones nacionales. Los mercados de exportación más importantes para Australia son Japón, China, los Estados Unidos, Corea del Sur y Nueva Zelanda

Las notables consecuencias de las Guerras Napoleónicas


Las guerras napoleónicas fueron una serie de conflictos bélicos que se dieron durante el periodo de tiempo en que Napoleón I de Bonaparte gobernó en Francia. Fueron en parte una extensión de los conflictos que estallaron a causa de la Revolución francesa y continuaron gracias al financiamiento del Reino Unido, durante todo el Primer Imperio francés. Se considera la ruptura de la paz y declaración de guerra del Reino Unido a Francia en 1803 como el inicio de estas guerras. Las guerras napoleónicas, también llamadas “Guerras de Coalición” (por haberles sido impuestas a Napoleón por los aliados), finalizaron el 20 de noviembre de 1815, tras la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo.

Este periodo de guerras repercutió de forma importante sobre el continente europeo:
  • En la mayoría de los países europeos, los ideales de la Revolución francesa dejaron un fuerte impacto, pues a pesar de que las normas de Napoleón fuesen autoritarias, eran menos estrictas que la de monarcas anteriores. Los monarcas de Europa no pudieron volver a imponer el absolutismo y tuvieron que mantener algunas reformas introducidas por la ocupación.
  • Francia dejó de ser una potencia dominante en Europa.
  • Surgió un nuevo y poderoso movimiento; el nacionalismo, que cambiará la historia de Europa. El nacionalismo impulsó el nacimiento de algunas naciones y el fin de otras.
  • Gran Bretaña pasó a ser la potencia hegemónica de todo el globo, tanto en tierra como en el mar.
  • La guerra en la península ibérica dejó completamente destrozada a España, así como su armada y ejército. Esta situación fue aprovechada por los grupos independentistas de sus colonias americanas para sublevarse contra la metrópoli, influidos por los ideales de las revoluciones americana y francesa. 

Pero, sobre todo, se forjó un nuevo concepto mundial de Europa. Napoleón mencionó en muchas ocasiones su intención de crear un estado europeo único y, a pesar de su fracaso, este internacionalismo volvería a surgir tras la Segunda Guerra Mundial.

sábado, 19 de enero de 2019

Libro: "La paradoja de la globalización"

Imagen original aquí
El autor de este libro es Dani Rodrik, un economista y profesor de economía de la universidad de Harvard. Rodrik es un enemigo del librecambismo y defensor del proteccionismo. 

La paradoja de la globalización es un complejo libro en el cual, su autor, trata como tema principal el libre comercio entre naciones, tema que enfoca como un grave problema. Esta obra analiza históricamente el avance hacia la globalización, criticando la misma. Nos encontramos con una constante crítica hacia la libertad de intercambios, sobretodo financieros, por verlo como la causa de que el mundo se haya convertido en un lugar peligrosamente desigual. Nada mas empezar, en la introducción vemos como el autor relaciona la crisis financiera y económica con la globalización, es decir, culpa a la globalización de la crisis actual.
Imagen original aquí

El libro se divide en un apéndice, llamado “Cuento para adultos” y doce capítulos, donde en los ocho primeros explica el contexto histórico, en el noveno expone el núcleo de su argumentación, en el cual plantea una nueva forma de globalización, y en los tres últimos justifica y da solución a su teoría. El núcleo de su argumentación se hace llamar el trilema de la economía mundial y su propuesta es el capitalismo 3.0.

En este trilema se presenta una situación en la que hay que elegir entre el Estado-Nación, la democracia y la hiperglobalización, y solo dos de las tres opciones son compatibles, pues el autor dice que democracia nacional y globalización profunda son incompatibles. Para que estos dos conceptos sean compatibles encuentra una solución a la que llama “camisa de fuerza dorada” donde los países deberían seguir un libre comercio, un mercado de capital libre, la libre empresa y un sector público pequeño. Por tanto, las dos opciones que Rodrik ve compatibles son el Estado-Nación y la democracia, las cuales se relacionan mediante el Acuerdo de Bretton Woods, aunque entiende que el resto del mundo vea más tentador un modelo de gobernanza global, que une la democracia con la hiperglobalización, pero esto significaría el fin de los nacionalismos y pérdida de tradiciones y culturas ya que se establecería un gobierno común. Sus medidas del Capitalismo 3.0 están orientadas a una mejor globalización, pero para ello hay que tener muy en cuenta que el control del sistema debería estar en manos de instituciones que estén regidas siempre según los ciudadanos del Estado-Nación, que tenga políticas orientadas a mejorar siempre la calidad de vida de los integrantes de la nación y que no prevalezcan los intereses de las empresas o bancos.
Imagen original aquí
Este libro hace llegar a una conclusión en la cual se podría decir que cuanto más perfecta es la globalización, mayores son las imperfecciones políticas y económicas en el mundo real. Por ello necesitamos un modelo de globalización que reconozca estas limitaciones e impulse políticas que resuelvan los problemas concretos existentes en un territorio.